Pretérito perfecto
Toda ciudad aspira a tener un Joyce. Toda ciudad desea que un novelista haga de esa ciudad el material de su literatura. Y toda ciudad, creo, quiere que nazca un Italo Calvino, o sea, un soñador que escriba la ciudad invisible de su memoria. La ciudad de Tucumán ya ha tenido su primer Italo Calvino y ya ha tenido su Joyce subtropical. Ese soñador ha sido Hugo Foguet. Las historias de Pretérito perfecto cuentan avatares en Tucumán. Buenos Aires, el centro tradicional de la novelística argentina, no aparece. El marino Foguet da la espalda al puerto. Desde Tucumán va y vuelve a Europa. Crea, con este viaje intelectual y cultural, una novela de la región del norte sin los vicios del regionalismo folclorista. Pretérito perfecto inicia la novela urbana en Tucumán: los personajes atraviesan la gran ciudad de los sueños y de la realidad. La novela de Foguet es un mar de palabras, de citas, de lugares, de personajes, de recuerdos. Es un artefacto verbal imparable, una máquina de verborragia infrecuente. Asalta al lector de la novela una sensación de fluido continuo de palabras que aparecen y desaparecen. El lector invariablemente devorará las páginas de Pretérito perfecto. Fabián Soberón
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