DE SANDE AL MUNDO
Cuando Elvira tomó un vuelo de Madrid a Caracas, nunca imaginó pasar los siguientes dos meses ingresada en una clínica, debatiéndose entre la vida y la muerte por una enfermedad desmielinizante desconocida que la dejó paralítica por un par de meses. Llegó a España en una silla de ruedas, no obstante, esta circunstancia no la amilanó: había pasado por muchas adversidades antes y las había sobrevivido. Llegó hasta a quedar ciega de un ojo y se curó, algo que los oftalmólogos llamaron un milagro, pues no se explican todavía lo sucedido. Pensando en su familia primero, creció ante los desafíos que la vida fue presentando: nunca se acobardó en los momentos más críticos. Es más, continuó viajando y disfrutando de la vida, sin pensar cuánto tiempo le queda para seguir caminando —su equilibrio empeora cada año y puede que regrese pronto a la silla de ruedas— porque, como en sus 72 años de vida, siempre que pueda, seguirá avanzando hacia adelante.
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