La cultura del cuidado al servicio de la dignidad y del bien común
Esta pandemia ha puesto en evidencia la propia fragilidad humana y los grandes riesgos sociales a los que nos veníamos enfrentando, como son la desigualdad social, la debilidad democrática y participativa, y los que provienen de los problemas demográficos. Nos parecía estar a salvo de todo, gracias a los medios económicos y tecnológicos, pero, de pronto, llegó el virus y nos sacó de la ilusión de ser «dioses», instalándonos en el principio de realidad: somos vulnerables, necesitados unos de otros para ser personas en plenitud. «Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitadosde confortarnos mutuamente». Necesidad de un cambio social. Reconocerlo podría ser un punto de partida para abonar un cambio significativo en nuestra forma de entender y enfocar la vida. Esta crisis no es el fin del mundo, sino el fin de un mundo, de un modelo caduco.
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