Mi espíritu es para todo el mundo
Los que sienten el mismo espíritu que animó a Claret, tanto laicos o seglares como religiosos, deberemos vivir la común vocación cristiana desde una óptica y un compromiso misionero, según un carisma identificador y una vocación propia. Es el tiempo de reconocernos, religiosos y laicos o seglares, hermanados en las mismas utopías, desafíos, realidades y respuestas para anunciar al mundo el mensaje de Jesús. Es lo que se ha dado en llamar «misión compartida».
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